En la tercera ciudad más grande y poblada de Latinoamérica, poder moverse a mayor velocidad es la aspiración de todos. Poder cruzar la metrópolis de extremo a extremo o salir de ella rumbo a las provincias, es el ambiente ideal para un helicóptero bimotor como el Bell 429.
En términos generales, el mercado de los helicópteros bimotores en configuración VIP se ubican en el rango de precios entre los 6 y 15 millones de dólares. Si bien su valor es superior a los equipos de motor único, sus prestaciones se incrementan significativamente en el caso de operaciones de alta complejidad como alta montaña, zonas calurosas, mar adentro o simplemente en los trabajos más exigentes con carga pesada.
A pesar de que Brasil es el mercado más importante para este tipo de helicópteros (por las necesidades corporativas y de trabajos industriales, en el rubro de petróleo y gas, en donde la normativa –y los seguros comprometidos- impone su uso como una obligación como un reforzamiento de la seguridad de la operación), Argentina es hoy uno de los mayores usuarios de helicópteros bimotor de Sudamérica, y su principal aeronave: El Bell 429. Pero más allá de aspectos operacionales, las empresas y principalmente los usuarios, comienzan a valorar las ventajas de contar con prestaciones superiores como más autonomía y reducción en los tiempos de viaje, impulsando el interés y el ascenso de los helicópteros bimotores livianos.
Poderoso y confortable
El diseño del 429 nace de un concepto de fabricación modular que la propia Bell concibe para poder trabajar con diferentes partes utilizadas en otros modelos. Esto dio paso a una construcción homogénea que para el usuario representa una reducción de costos y una mayor cantidad de repuestos circulantes, simplificando los trabajos de mantenimiento, lo que impacta positivamente en ciclos menores de trabajo y una mayor disponibilidad del aparato.
El fuselaje es de fibra de carbono lo que le brinda una gran durabilidad. En su interior tiene 3,04 metros cuadrados utilizables, pudiendo alojar fácilmente una camilla que puede ser introducida por la compuerta lateral (opcional), más equipos médicos especializados y dos asistentes. En configuración de pasajeros, puede acomodar hasta siete personas en un interior práctico y adaptable, gracias a la extracción de las butacas, en el caso que se requiera. Como sus competidores más directos, tiene capacidad para ser adaptado para misiones gubernamentales y militares gracias a su tamaño y potencia.
La aviónica integrada corresponde a la suite BasiX-Pro, conformada por tres pantallas multifuncionales que brindan una máxima consciencia situacional del vuelo. El software está pensado precisamente para reducir la carga de trabajo de la tripulación en cada operación, labor que es complementada por un piloto automático de tres ejes.
El paso lógico, con el fin de satisfacer el mercado de vuelos ambulancia para la década del 2000, dio origen a un programa de Bell Helicopter que tomó de base al Bell 427 –desarrollado en conjunto con Samsung Aerospace- en donde se realizaron cambios en su cabina principal y así, poder llevar camillas y equipamiento médico. Bajo el mismo concepto, el programa MAPL (Línea de Productos Modulares Asequibles) se comienza a trabajar con distintos proveedores para desarrollar un nuevo helicóptero multipropósito de altas prestaciones.
Para mantener las ventajas que caracterizan a la firma, el proyecto utiliza el mismo sistema de rotor y aviónica, creando una estandarización que los clientes, como los centros de mantenimiento, aprecian.
Nace entonces el Bell 429 que realiza su primer vuelo en febrero de 2007 y obtiene su certificación tipo en Canadá (TCCA) en 2007 y dos años después en Estados Unidos (FAA) y Europa (EASA).
En este caso, dos es mejor que uno
Como en cualquier aeronave, un helicóptero con dos motores debe proporcionar un rendimiento adecuado para garantizar, en caso de una falla de motor, la continuidad de la operación sin comprometer la seguridad de ésta, lo que por cierto incluye las fases más críticas. Pero más allá del tema de seguridad, las ventajas marcan la diferencia en las operaciones más exigentes como las que se realizan a gran altura o zonas aisladas en tierra o mar adentro.
En operaciones de altura, por ejemplo, permite transportar peso y personal sin comprometer significativamente la carga útil, lo que se traduce en ahorros de costos para los operadores. Como ambulancia aérea, además de la accesibilidad, se consigue mayor velocidad en los traslados asegurando un adecuado tratamiento de la emergencia.
No hay duda: los helicópteros bimotores tienen un costo superior a los monomotores por la duplicidad de sistemas y su mayor estructura. Sin embargo, su adquisición depende de varios factores, los cuales varían según el tipo y rutas que tenga cada misión, así como la cantidad de personas que transportará. Por lo mismo, es necesario que la evaluación de una adquisición de estas características considere no sólo las prestaciones propias del aparato, sino que también los beneficios que se consiguen al volar más lejos, con más personas en condiciones más seguras que cualquier aparato monomotor.
Si se trata de carga útil las ventajas son superiores en todo aspecto, ya que, por el cumplimiento de las limitaciones del helicóptero, un equipo bimotor como el Bell 429 es capaz de transportar una mayor carga a zonas más complejas y de difícil acceso, sin tener que penalizar la operación como ocurre en los monomotores.
En términos prácticos, el mayor costo de adquisición se compensa con una mayor capacidad transporte y de carga por vuelo. Además de las ventajas en transporte, los operadores pueden generar ahorros en las tasas de seguros por la fiabilidad que entrega la operación bimotor, especialmente en el caso de operaciones de alta complejidad como las de gran altura o mar adentro. La mayoría de las aseguradoras en estos casos se inclinan por exigir helicópteros bimotores como requisito mínimo en sus contratos.
Con una experiencia comprobada por la trayectoria de los modelos anteriores, el Bell 429 es uno de los helicópteros que más combinan la comodidad con las prestaciones de un aparato liviano pero de múltiples prestaciones, que hacen que al día de hoy cuente con un amplio interés en el mercado mundial.
Movimiento veloz
Saliendo desde el Helipuerto Madero, en la zona financiera de la ciudad de Buenos Aires, el Bell 429 puede volar hasta las cercanías de una zona industrial al sur de la capital. Más tarde, la aeronave completará su vuelo hasta Helipower, el CSF de Bell en la ciudad de La Plata para una pequeña supervisión de capacidades.
Una vez listo su servicio, el 429 inicia su vuelo a la otra esquina de la ciudad, a Puerto de Olivos, donde su dueño, en tan solo 15 minutos, arriba para un almuerzo de negocios a pocos metros del embarcadero, y es que la potencia de sus dos motores y control Fadec le dan facilidad de control de potencia en una zona donde el viento embiste de ráfagas la costa.
Con algunas nubes avanzando rápidamente en el horizonte, y la noche avecinándose, el piloto de la aeronave hace uso de las capacidades de vuelo por instrumentos (IFR) y emprende rumbo a Punta del Este, en la vecina Uruguay, que se encuentra a un poco más de 300 km de la capital argentina. El helipuerto, donde se encuentra su base, se encuentra con una pequeña nubosidad que no impide completar un perfecto despegue con el sol ya escondido.
Con capacidad para siete pasajeros, un robusto rotor de cuatro palas compuestas, el Bell 429 ha encontrado en Argentina un gran escenario para desplegar sus capacidades con cerca de 13 usuarios, que incluyen la versión WLG para uso corporativo y público en las filas de los gobiernos provinciales como Salta, Corrientes, Neuquén y otros.
Definitivamente, el Bell 429 es un probado helicóptero que vino a satisfacer la necesidad de los usuarios en el segmento mediano bimotor, multipropósito y que ofrece fantásticas ventajas para operadores privados, especialmente cuando hablamos de grandes extensiones de territorio.
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