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Agusta 109: Tres décadas en Perú

Considerado en su momento como el helicóptero ligero más rápido del mundo, el Agusta A-109 es un helicóptero liviano de dos motores desarrollado originalmente hace poco más de 50 años por la compañía italiana Costruzioni Aeronautiche Giovanni Agusta S.p.A., hoy llamada Leonardo. 

Concebido para el sector civil como una aeronave de transporte liviano para uso ejecutivo, o de evacuación médica con capacidad para llevar hasta ocho pasajeros. Tuvo además desarrollos para uso militar, como de reconocimiento armado, fabricándose cerca de 1.000 unidades en más de diez versiones diferentes a lo largo de 50 años, convirtiéndose  en uno de los helicópteros ligeros bimotor más exitosos del mundo. 

En Sudamérica operan actualmente más de 150 unidades, la mayor parte de ellos en el sector civil en países como Brasil, Ecuador y Chile. Mientras que Perú es el único usuario militar con los los Agusta A-109K los que hace 30 años operan con la Aviación del Ejército (AE) del Perú. 

 El A-109K 

A pesar de que la Aviación del Ejército peruano tuvo sus orígenes hace más de 100 años, cuando realizó sus primeros vuelos de reconocimiento con un Bleriot XI durante un ejercicio militar en 1914, recién en el año 1973 fue creada oficialmente bajo el nombre de Grupo de Aviación Ligera del Ejército (GALE), y recibió sus primeros ocho helicópteros Alouette II de fabricación francesa los que inicialmente fueron usados en la instrucción de los primeros pilotos de esta nueva unidad. 

Posteriormente, cuatro años más tarde, proyectándose a convertirse en una unidad con mayores y mejores capacidades, y como parte de una reorganización, se decidió cambiar su denominación de GALE a Aviación del Ejército (AE), al tiempo que recibía un gran lote de aeronaves más grandes y de mayor poder de fuego como los Mil Mi-8T desde la Unión Soviética. 

La reorganización y el reequipamiento dio pase a la creación de distintos escuadrones de helicópteros entre los cuales se encontraba el “Escuadrón de Reconocimiento y Ataque 811” (ERA-811) cuya principal misión sería la del reconocimiento aéreo, teniendo como misiones secundarias la evacuación aeromédica, vuelos de enlace y transporte de altos mandos. Para dichas misiones, el ERA 811 fue equipado con los primeros Alouette II que para ese tiempo solo habían realizado misiones de instrucción.

Sin embargo, estos helicópteros al momento de su compra habían sido equipados con sistemas y armamento más acordes a la misión de reconocimiento armado, misión que finalmente cumplirían en su nuevo escuadrón.

 

Para complementar la labor de los Alouette, en el año 1988, el Ejército peruano firmó con la compañía Italiana Costruzioni Aeronautiche Giovanni Agusta S.p.A. un contrato para la adquisición de cinco A-109K nuevos de fábrica, más repuestos y servicios por un monto de 21 millones de dólares.

El A-109K era la versión militar mejorada del A109A-II, con modificaciones importantes como la incorporación de motores franceses Turbomeca Arriel 1K; tren de aterrizaje fijo en lugar del típico tren retráctil de la mayoría de las variantes del A109; y la posibilidad de cargar armamento en puntos duros dispuestos a los costados de la aeronave. Los helicópteros fueron transportados por vía aérea hasta Perú entre 1990 y 1991, entrando en servicio tras sus distintas pruebas en el año 1991.

En Combate

A principios de 1981, la Aviación del Ejército tuvo su bautismo de fuego, participando en el conflicto de la Cordillera del Cóndor con tropas del Ejército Ecuatoriano. Los helicópteros peruanos realizaron misiones logísticas, de transporte de tropas, Medevac, así como misiones de apoyo aéreo cercano en apoyo a tropas peruanas en el sector conocido como “Falso Paquisha”, convirtiéndose en uno de los elementos decisivos que contribuyeron a lograr la victoria en dicho conflicto. 

Aunque los Agusta A-109K no participaron de dicho evento, pues estos no habían sido adquiridos aún por el Gobierno de turno, dicho conflicto fue una de las razones que llevó a la AE a adquirir los helicópteros Italianos para reforzar su poder.  

Fue así que tras la compra y llegada de las cinco aeronaves -habiendo sido introducidos al servicio activo con el Escuadrón de Reconocimiento y Ataque 811- estos fueron enviados a cumplir sus primeras misiones tácticas en el Frente Huallaga, una zona que comprendía territorios de los departamentos de San Martín y Huánuco en la zona central de Perú, donde se combatía a elementos del grupo terrorista Sendero Luminoso. 

Dicho frente, que estaba compuesto por aproximadamente 60 bases contraterroristas, se mantenía comunicado mediante el apoyo de los helicópteros de la Aviación del Ejército, entre ellos los A-109K,  los mismos que además de realizar misiones de reconocimiento y apoyo de aéreo cercano con sus pods de ametralladoras y lanzacohetes, también efectuaban tareas de cobertura para los helicópteros que realizaban la inserción y extracción de tropas en las distintas misiones antiterroristas. 

Estas misiones, que se continuaron realizando por muchos años más, se vieron interrumpidas en 1995 por el Conflicto del Cenepa, en la Cordillera del Cóndor, donde fuerzas del Ejército Ecuatoriano incursionaron en territorio peruano, obligando así a las FFAA peruanas a responder. Esta vez los helicópteros de la AE, entre ellos los A-109K, volvieron a escribir su propia historia, logrando cooperar en la victoria de las fuerzas terrestres.

En dicho conflicto estas aeronaves realizaron operaciones de reconocimiento en la frontera norte en los departamentos Tumbes y Piura. Adicionalmente, por su rapidez, fueron asignados en misiones de evacuación aeromédica y de transporte de comandos a la zona de enfrentamiento. 

Pasado el Conflicto del Cenepa, y con la frontera cerrada definitivamente, las aeronaves retornaron a sus labores habituales. Puntualmente, los A-109K regresaron a reforzar la lucha contrasubversiva en la selva y sierra del Perú durante algunos años más, hasta cuando los helicópteros fueron requiriendo trabajos de mantenimiento mayor, algo que demandaría cierto nivel de inversión, pues algunos componentes de la aeronave, como los motores por ejemplo eran de fabricación francesa, componentes que solo podían ser trabajados por los fabricantes. 

Una suma de factores como la poca inversión en el presupuesto de Defensa a inicios de la década del 2000, el costo de los trabajos de mantenimiento (que no eran tan económicos), más la llegada de helicópteros rusos de segunda mano, estuvieron a punto de enviar al retiro a los A-109. Sin embargo, debido a que dichas aeronaves no habían terminado de pagarse hasta finales de 1990, y entre otros motivos, se decidió ponerlos en estado de reserva, aguardando una reactivación en el mediano plazo.

El regreso

Con la suerte echada y casi calificadas como aeronaves irreparables, en el año 2012 la Aviación del Ejército, a través del Batallón de Reconocimiento y Ataque Nº811 (BRA-811) ex Escuadrón de Reconocimiento y Ataque 811 (ERA-811), en coordinación con el Centro de Mantenimiento Aeronáutico del Ejército (CEMAE), buscando recuperar las capacidades que ofrecía el Agusta A-109K, logró obtener el presupuesto necesario para ejecutar el proyecto de reparación, mantenimiento mayor y modernización.

Tarea difícil que solo fue posible gracias al esfuerzo combinado del personal en servicio activo, sumado a la experiencia del personal en situación de retiro que fueron contratados como asesores por la AE para la recuperación de estas aeronaves. 

Finalmente, luego de casi un año de arduo trabajo, en noviembre del año 2012, el primer helicóptero recuperado y modernizado con una cabina digital, el Agusta A-109K EP-346, realizó su primer vuelo de prueba tras aproximadamente siete años en estado de reserva, iniciando así el largo proceso de recuperación de tres helicópteros restantes. 

Cabe resaltar que para la recuperación de la flota de los A-109K se contó además con la asesoría de personal de la División de Helicópteros de la compañía Leonardo de Italia, quienes supervisaron el proceso de reparación/recuperación del fuselaje. Además de expertos de Safran Aircraf Engines de Francia, quienes se encargaron de la recuperación de la planta motriz.  

Tras los respectivos vuelos de prueba y una serie de correcciones, a inicios del año 2013, el A-109K EP-346 se reincorporó al servicio activo, tras casi diez años después de haber sido puesto en reserva en el año 2004. 

Misión: Reconocimiento Armado

Un ejemplar se perdió en un accidente en el año 2020, y que afortunadamente no tuvo víctimas fatales, por lo que la flota tiene dos ejemplares en servicio, esperando la finalización de los trabajos de reparación del último helicóptero, el EP-345, el mismo que será apodado con el nombre de “Mono”. Esto en homenaje al Coronel EP Luis Boullosa Chávez, conocido por sus amigos como el “Mono Boullosa” quien fue uno de los promotores de la recuperación de estos helicópteros, y que lamentablemente perdiera la vida en un accidente aéreo en el año 2019.


Desde su reincorporación al servicio activo, el A-109K de la AE ha participado en diversas operaciones y eventos en apoyo de la población y siempre buscando contribuir con el desarrollo del país.  Entre sus principales tareas realizadas podemos destacar la participación en las operaciones de  Desminado Humanitario realizadas en la frontera con Ecuador, donde operó entre los años 2015 y 2019 como aeronave Medevac. 

En el 2017 realizó operaciones de vuelos humanitarios, en apoyo de las víctimas de los estragos generados por el fenómeno de El Niño en la costa norte de Perú. De igual manera, durante el año 2020, tras la llegada de la pandemia de la Covid-19, los helicópteros A-109K realizaron vuelos de patrullaje aéreo en la frontera norte, desde donde se vigilaba el cierre limítrofe y el respeto a las normas sanitarias dictadas por el Gobierno.

Entre otras actualmente, se encuentra el apoyo en la zona de emergencia en los Valles de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM) donde el Estado peruano combate el terrorismo y el narcotrafico y donde el A-109K realiza vuelos de reconocimiento, evacuación aeromédica y escolta de helicópteros de transporte de tropas. 

En cuanto al futuro de estas aeronaves, con la repotenciación y la modernización de las cabinas se asegura por al menos diez años más su operación, surcando el cielo peruano. Mientras que, eventualmente, se esperaría la adquisición de al menos dos unidades más del mismo tipo para suplir los modelos perdidos en accidentes.

Además no se descarta una nueva modernización donde se pueda adicionar nuevos sistemas que le permitan realizar de manera más eficiente la misión para la que fueron adquiridos: reconocimiento armado (Armed Reconnaissance Helicopter, ARH), por lo que se estudia la inclusión de torretas electroópticas y la adopción de nuevos sistemas de armas.

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